Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

viernes, 20 de enero de 2017

Algún día hay que volver

Feliz año nuevo a todas, ¡qué ridículo decirlo a 20 de Enero!. Es lo que hay.
Quiero empezar, volver, escribir, contaros, que me contéis. Quiero tantas cosas, que en realidad sólo quiero una, tranquilidad.
Terminé el año de vacaciones, estupendamente, con los niños en casa echando raices en el sofá y yo cocinando mucho y disfrutando de ellos.
Un año más, las cenas de relumbrón se hicieron en casa, así que me tocó pensar el menú. Es un rollo decidir, luego hacerlo no tanto.
Los duendes no tenían preferencias en cuanto a la cena de Nochebuena, así que me fui a lo tradicional porque me apetecía mucho.
Preparé muchos aperitivos variados, lombarda con pasas, piñones y manzana y pularda rellena. Por supuesto no faltó como postre la tradicional compota de Navidad que tanto le gusta a los abuelos.
Fue una cena tranquila, en familia, los cinco de casa y los abuelos, hicimos risas y disfrutamos, además yo tuve la oportunidad de estrenar un precioso mantel plateado que había comprado a finales de las rebajas del año pasado. A mis hijos no les gustó el mantel (de todo tienen que opinar...).
El día de Navidad amaneció temprano, se ve que Papá Noel hizo ruido en el tejado y despertó a los duendes. Vino cargado, especialmente para ellos, aunque algo para los grandes también dejó.
Fuimos a comer en Navidad a casa de la otra abuela de mis duendes, con el resto de familia de mi contrario.
Los días siguientes transcurrieron tranquilos, alguna salida esporádica y mucho sofá, como os he dicho antes.
Fin de año es una de las noches favoritas de mis niños, se pueden quedar hasta tarde y nadie les manda a dormir, especialmente mi Garbancito que disfruta como nadie.
Como la cena de Nochebuena la había elegido yo, les dejé a ellos elegir la de Nochevieja. ¿Y qué elogieron?, patatas, no podía ser de otra manera.
El año pasado unos quisieron patatas fritas con huevos y los otros patatas guisadas viudas, este año les dije que tenían que ponerse de acuerdo, y fue fácil, patatas a la importancia.
No las había hecho nunca, así que me busqué varias recetas, todas muy parecidas, y elegí la que más me gustó. Me salieron dos perolas enormes de patatas y no creáis que sobraron demasiadas, la verdad es que me dijeron que estaban riquísimas (yo no las probé).
Pero lo que fue verdaderamente lucido fueron los postres. Hicimos una variante de los tradicionales troncos de Navidad. El de chocolate era el de siempre, pero con el que nos superamos fue con el "tronco de Navidad Red Velvet", os dejaré la receta cuando tenga un rato.
Esa noche a mis hijos sí que les gustó la mesa, estaba muy colorida, con el mantel rojo y pampanitos. Fuimos uno más, porque como siempre, vino la otra abuela de mis hijos, jugamos a las adivinanzas, a las palabras encadenadas y a no se cuantas cosas más hasta que llegó la hora de las campanadas.
No creáis que nos acostamos muy tarde, no serían más de la una. El día de año nuevo lo pasamos en casa de la otra abuela de mis hijos.
El día 2 ya empecé a trabajar...
(obviaré el tema)
El día de Reyes amaneció súper temprano, los cochinos de los camellos de los Reyes lo habían dejado todo hecho un asco, menos mal que no se comieron los regalos también. Hemos debido ser muy buenos, porque nos trajeron muchas cosas, ya os contaré. Quiero ver si encuentro fuerza para hacer una entrada con mis regalos, que son muy chulos.
También me falta la entrada del Roscón, que como siempre, merece capítulo aparte.
Y colorín, colorado, las Navidades se han acabado. Las Navidades, y si me descuido, también el mes de Enero.
Me tengo que poner las pilas, que me faltan muchas cosas que contaros.