Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

martes, 29 de noviembre de 2016

Interesante pregunta



El vil metal.
Sí, muy vil y todo lo que tú quieras, pero yo aún no se vivir del aire.
¿Cuánta vida se lleva mi sueldo?,  pues hoy por hoy yo diría que demasiada, que me sale muy caro y no se bien como he llegado a esto.
Ya se aquello de "mal de todos consuelo de bobos" pero justo ayer hablaba con una conocida que estaba en estado se shock, tenía mala cara y le pregunté.
Me contó que acababa de salir de su trabajo, por la puerta de atrás diciendo que se iba al médico y que se encontraba fatal. Eso, que no tendría mucho de curioso, sí lo tiene cuando me contó que antes de escaparse, había estado media hora encerrada en el baño, en medio de un ataque de ansiedad, intentando sujetarse las ganas de salir de allí, recoger sus cuatro cosas y mandarlo todo a la mierda. A ella también le pudo el vil metal.
¿Es una impresión mía o en los últimos años (digamos 3 ó 4) el mundo laboral está extraordinariamente crispado?. Yo recuerdo cuando iba a trabajar feliz y no hace tanto, y era cansado, pero gratificante, y tenía mis diferencias de criterio con mis compañeros pero eso no nos hacía menos compañeros.
Ahora no.
En las empresas se fomenta mucho la competencia entre compañeros, da igual si es desleal. Se premia el acaparar conocimientos y no compartirlos. Cada uno se adueña de una parcela sin soltarla, intentando mantener el culo en la silla.
Porque esto es el juego de la silla y siempre habrá alguno que se quede en pie cuando la música deje de sonar.
¿Soy yo la única que piensa que eso es pan para hoy y hambre para mañana?. ¿Quién quedará sentado?, los más egoístas y rastreros, los que estén dispuestos a vender su alma al diablo por no perder el puesto. ¿A que nos lleva eso?. A nada bueno.
Mi psicóloga siempre me dice que, con mi forma de pensar, es normal que viva en una permanente angustia, pero de verdad os digo que, o esto cambia mucho, pero muchísimo o volveremos a trabajar a cambio de un catre y un plato de arroz.
Espero estar muerta para entonces.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Black Friday 2016

Esto es de locos.
Hay que ver la facilidad que tenemos en España para hacer nuestras tradiciones de otros, ¡y a mi que me encanta!.
Recuerdo el primer Black Friday en España, fue el del 2014 y no fue tan generalizado. De hecho El Sr. Ortega y sus firmas no participaron. Mango si.
 Ya el año pasado el descuento se generalizó y en este la locura absolta ha llegado. Pues eso, que he estado practicando costumbres de otros, aunque con prudencia, toda la prudencia que me dan los kilos de más que hacen que no encuentre mi talla.

Preparé mis cestas el día antes, la de Massimo Dutti y la de Zara, y como siempre hubo que modificarlas porque algunas de las cosas que había elegido no encontré mi talla.
En Massimo me centré en los jerseis. Siempre hay que tirar de algún básico y fue un jersey de cuello vuelto. Creo que lo tengo en todos los colores y me encanta, es lo que mas me pongo en invierno, se mezcla de cashmere, seda y algodón y lo cogí en rosa fuerte.
También en rosa cogí un jersey suelto de cuello de pico. Me había fijado en la camiseta de puntilla y la tenía incluida en la cesta en talla L pero al ir a validar me dio que estaba agotada y la cogí en M (error garrafal).
De ahí me fui a Zara, había visto un body marino con estrellas blancas pero no quedaba en L así que me fui por lo macarra y cogí este otro negro. Luego una camiseta de tejidos combinados y un top de cuadros.  Ya os contaré cómo me queda todo cuando llegue la semana que viene.
Mientras yo tiraba de teléfono, mi Hada se enganchó a la tablet y venga a añadir cosas en las cestas. Ella tira por Berska y Stradivarius. Si os digo la verdad no he querido ni mirar lo que ha cogido, porque cuando tiene dudas en la talla coge dos, así que confío en que haya bastante para devolver.
Ayer por la tarde, después del cole, se empeñó en que nos fueramos de compras, engañamos a mi amiga María y nos fuimos las tres a la Vaguada, nosotras tres y tres millones de personas más. Creo que en mi vida he visto la Vaguada igual de gente.
Fue entretenido. En Massimo encontré la camiseta de puntillas en talla XL y lo peor es que es mi talla (no le veo solución al desbordamiento de mis chichas). Mi Hada encontró una camiseta básica blanca y luego en Spingfiel dos jerseis exactamente iguales que otras dos docenas que tiene en el armario, pero "le hacían una falta terrible" así que no puede decir que no.
María se llevó una falda tableada ideal, que yo me probé envidiosa y me hacía parecer una mesa camilla.
A eso de las 9 dimos por terminada la sesión.
Como os digo, no se si me quedaré con todo, pero que disfruto estas compras a lo loco como no os podéis imaginar es seguro.
Y vosotras, ¿picásteis?





miércoles, 16 de noviembre de 2016

Como "no amargarse la vida" siendo "feliz en Alaska"

La verdad es que sólo consigo estirar el tiempo para leer durante las vacaciones. En cuanto vuelvo a la rutina, por las noches, que es cuando únicamente me queda un ratito, los ojos se me cierran solos y no me da la vida para leer.
Este verano, por mi cumpleaños, pedí que me regalaran dos libros de un mismo autor, Rafael Santandreu. Supongo que podrían definirse como libros de autoayuda y mira que a mi ese tipo de libros me gustan poco (por decir algo), pero estos, no se por qué, me parecía que podían ser diferentes.
Tengo que decir que me gustaron, que son amenos por la forma en que están escritos y que, sin entrar en profundizar, dicen grandes verdades.
Resumiendo mucho, pero mucho mucho, lo que vienen a decir es que para ser felices, no necesitamos nada o casi nada y que las mejores cosas de la vida son grátis. Puedo estar de acuerdo, sin duda alguna, pasear por la orilla del mar, al sol es gratis y para mí, es de las mejores cosas de la vida, pero, ¿si vives en Madrid, cómo llegas al mar?, ¿dónde duermes, en la playa? y ¿qué comes?, porque lo que si deja claro Santandreu en sus libros es que comer, es una necesidad básica que hay que cubrir.
Todo lo demás, eso que decimos "necesito un abrigo...", es mentira, todo eso, según él, es "necesititis" que nosotros mismos nos creamos, por cosas que en absoluto lo son.
Hay que ser extermadamente simplista para vivir así, sin llevarlo al extremo, podríamos traducirlo en que, si en realidad, casi nada es necesario, tenerlo o no tenerlo, no importa.
Os diré que mi vuelta de vacaciones fue más fácil gracias a los libros, de hecho, me tocaba ir al loquitra y le comenté que los había leido y que creía que me ayudaba. De manera educada me dijo que le parecían una gilipollez y que lo único que iba a conseguir ayudarme era la medicación. No le creí.
Y me equivoqué, una vez más.
Esa visión tan simplista sirve para vacaciones, pero no para el día a día, porque, en realidad, vivimos, nos guste o no en una sociedad, que tiene unas normas y para seguirlas "necesitamos" hacer muchas cosas que, simplificando, distan mucho se ser imprescindibles. Tenemos que vestirnos, vale que quizás comprar ropa no sea necesario (en el sentido que él lo dice), pero en todo caso es mejor eso que rebuscar ropa en contenedores. Y necesitamos comer, hasta ahí él mismo está de acuerdo, y para eso, parece mejor tener una nevera a la que recurrir que intentar sablear cada día a un conocido distinto para que nos dé de comer.
Y a todos nos gusta vivir en una casa, ¿es imprescindible que sea nuestra?, seguro que no, pero meterte de ocupa y no pagar, no está demasiado bien visto (salvo en Madrid y Barcelona, que resulta que es lo que moda).
Hay miles de cosas que no son necesarias, pero que "tenemos" que hacer nos gusten o no, los niños van al colegio, ¿necesitan ir al colegio?, realmente, no, pueden ser ignorantes toda su vida (de hecho, hay mucha gente que ha ido al colegio y lo sigue siendo), nos interesa trabajar, más que nada por tener un salario, ¿es necesario que ese salario sea de 2000, en lugar de 1000?, pues a mi me parece que si, más que nada porque vivir de mis padres a mi edad no me parece ético.
En fin, lo dicho, que yo sigo amargándome la vida pero que creo que podría "ser feliz en Alaska" pero para ello "necesitaría" mucho más que simplemente dejarme llevar.
Para reflexión personal, no están mal, como escuela de vida, o yo soy muy complicada (que puede ser) o la teoría es de un simple que echa para atrás.

Dolores Redondo: la trilogía del Baztán.

Bueno, pues por culpa de, o gracias a, mi baja médica, he tenido la oportunidad de terminar de leer esta trilogía que empecé en el verano de 2015 y que me tenía atrapada.
Por partes.
Amaia es una joven inspectora de homicidios obligada a volver a la tierra que le vio nacer y de la que guarda durísimos recuerdos, para investigar lo que parecen una serie de asesinatos rituales.
El en primero de los libros, "El guardián invisible" se nos narra como ella y su círculo profesional más cercano, tienen que batallar para lograr detener al asesino de varias jóvenes a las que dejan, muertas, colocadas en posición de ofrenda, en los márgenes del rio Baztán.
Se mezcla lo racional de las investigaciones, con lo mágico de la mitología vasco-navarra. Hay personajes "reales", como la misma Amaia y otros, dejando aparte los mitológicos, más "fantasmagóricos", por decir de alguna manera, como el agente Dupree.
Si la resolución de los asesinatos no puede dejar de sorprendernos, más aún lo hace la mezcla imposible de personalidades de los personajes, una Amaia racional hasta el extremo, consumida por un miedo patológico a un pasado que es en realidad presente. El amor incondicional de su marido, James, fiel siempre y en todo lugar, sus hermanas, más dispares imposible, y el Valle entero que cobra vida para envolverlo todo.
El segundo libro, "Legado en los huesos" empieza de forma abrupta, más muertes por suicidios inexplicables y un camino de miguitas formado por huesos, huesos preferiblemente de seres puros, o "en tránsito" (tendréis que leer el libro para saber lo que eso significa). Huesos que se vuelven contra la misma Amaia, que la atrapan una y otra vez. En este libro se desarrolla aún más la inter relación entre los personajes y se definen sus caracteres y siempre, me parece a mí, que la tía Engrasi supone un bálsamo en el que refugiarse.
Y el juez Markina...
En el tercero, "Ofrenda a la tormenta", los instintos y tradiciones más antiguas vuelven al presente de la manera más funesta. La desconfianza, de todo y de todos, la traición de Amaia (a quien menos se lo merece), esa debilidad de la que creo que se arrepiente sin poder evitarlo. Más personajes, cada vez más atormentados, Yolanda Berrueta, y los niños, las niñas más bien, y la muerte, y la muerte como ofrenda y un final que sólo dos páginas antes del cierre puedes comenzar a intuir, sin poder dar crédito.
Sin ninguna duda una trilogía para no perderse, comparando con otra muy famosa, la de "Milenium" y a pesar de lo que aquella me gustó, sin duda alguna, os recomiendo esta, por lo que nos toca de cercano y porque ya me tiene ansiosa por ver la película que se estrenará la próxima primavera.
Un último apunte, sobrecogedor, la explicación que la autora da, al final del último libro, sobre el origen de su historia, una noticia aparecida en la prensa sobre lo que parece ser un asesinato ritual de una niña de catorce meses ocurrida treinta años atrás, se llamaba Ainara y la investigación por su asesinato permanece abierta aún a día de hoy...



lunes, 7 de noviembre de 2016

Clasificando niños

La semana pasada tuve la inmensa suerte de poder quedar con mi querida Lamar a tomar café y además cumplir. Porque quedar, ya habíamos quedado antes y habíamos tenido que suspender la cita. El jueves, aunque con un poquito de retraso llegué a mi café con ella.
Me gusta Lamar, no es un secreto. Es brillante y rápida, ocurrente y sensata. Y sabe escribir. Es mamá luchadora y muy ocupada, quizás por eso tengo tanto en común con ella. El tiempo de charla se pasa volando.
Parloteamos a menudo por Whatsup, casi a diario, pero eso, en ningún caso sustituye un buen directo, aunque a su Coca Cola yo la acompañe con una tila.
Pues eso, que quedamos.
Hablamos mucho, más de lo humano que de lo divino, eso lo dejamos para el siguiente café. Nuestros respectivos quehaceres profesionales ocuparon algo de la charla, pero, como siempre, tiramos al tema hijos y colaterales, entendiento tambien por tales a los padres de las criaturas.
Si mis idas y venidas de estraexcolares me parecían la leche, al lado de las suyas son sólo Tetris básico para aficionados.
Pero ya me he ido del tema.
Hablabamos de los hijos, de lo diferentes que son incluso viviendo con las mismas normas y siguiendo las mismas formas de educación. Fue entonces cuando ella me contó la clasificación que le habían comentado en el cole de sus niños y que me pareció acertadísima: niños redondos y niños cuadrados.
Esperad por favor a la explicación antes de llevaros las manos a la cabeza...
Un niño redondo es aquel al que, dando un empujoncito, ya sea en cualquier materia curricular, como en una actividad lúdica o en una indicación para la vida diaria, pues eso, que dando un leve empujoncito, el niño rueda solo.
Un niño cuadrado es aquel al que empujas y empujas y con gran esfuerzo, suyo y tuyo, logra llegar a la siguiente cara del cuadrado, pero con el que habrá que esforzarse muchísimo de nuevo para lograr pasar a la siguiente cara. Hay que decir, que a fuerza de empujar y empujar, la gran mayoría de estos niños van redondeando aristas y al final ruedan solitos, pero habrá sido a costa de un esfuerzo infinitamente mayor.
Esta clasificación de niños a mí me parece que puede hacerse extensiva, con acierto,a la vida en general.
A algunos, la vida les da un pequeño empujón y su vida va (más o menos sola), mientras que para otros, limar aristas es un esfuerzo diario.
Yo he tenido suerte. Mis hijos, por su forma de ser son niños redonditos, pero la verdad es que veo a mamás pelear mientras empujan niños con aristas pronunciadísimas y me producen una inmensa admiración, aunque, ¿qué no haría una madre por un hijo?.
Muchas gracias por compartir un ratito conmigo Lamar, tengo mucho que aprender de tí.
Y gracias a los que estéis por ahí, dedicando un ratito a este blog, pienso mucho en vosotros.