Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

lunes, 31 de agosto de 2015

"Madres tóxicas"

Anda, que guay, si ahora se han inventado otra categoría, después de las "madres controladoras", las "madres súperprotectoras" y otros tipos de madres llegan ellas (yo misma), las "tóxicas".
No estoy hablando de una madre que maltrata y humilla, no es eso, que es del todo reprobable, sino de una madre que controla.
Qué queréis que os diga, que sí, que soy una madre tóxica, ¡y orgullosísima de serlo!, que soy hija de una madre tóxica, lo que es una inmensa suerte.
A ver señores, que lo de "ser madre" hace mucho que está inventado, que hay madres de muchos tipos y que cada cual elige la que quiere ser con su prole, y que así sea, pero yo tengo mi opinión.
Como os decía, soy hija de una madre tóxica, de esas que siempre se han preocupado por mí, por dónde estaba, a dónde iba, con quién iba, a qué hora iba a volver, y no creáis que no, que manifestaba su disconformidad con muuuuuchas de mis decisiones, y trataba de impedir que hiciera algunas cosas, con mayor o menor suerte. Lo que jamás escuché de su boca fue: "ale bonita, tú haz lo que te parezca que ya aprenderás", no, que va. De hecho, lo peor de cagarla es que tenía que escuchar sus reproches durante semanas, el "ya te lo dije", "ya lo sabía yo", "si es que no escuchas". Pero lo que siempre supe es que estaría ahí para recoger mis migajas, curar mis heridas y volver a sermonearme, por supuesto.
Conozco varios tipos de madres, y por lo tanto de hijos, y tengo que decir que los hijos de madres no tóxicas me parece que tienen tendencias a "ir probando", no sé cómo decirlo, total, como ellos son los dueños de sus vidas, pues prueban, que sale bien, estupendo, que no, asumen las consecuencias y todos los demás que los rodean también asumen las consecuencias de aquel.
Un cierto grado de toxicidad es imprescindible, cuando naces es como cuando vas a recoger setas por primera vez, si no tienes alguien que te indique, te guíe y te advierta de los peligros, tienes la posibilidad de terminar intoxicado. Es más, si aún advertido de los peligros decides coger la seta que no es, lo mejor que puedes esperar es que, el que te advirtió te lleve rapidito al hospital, en lugar de quedarse pasmado pensando que ya hizo lo que tenía que hacer.
Lo dicho, que prefiero ser una madre tóxica que una "moderna no tóxica"

El amante japonés

Leer a Isabel Allende es como volver a casa. Me gusta volver a casa.
Desde que dejó de contar la historia de su familia una y otra y otra vez desde distintas perspectivas ha pasado mucho. Siempre vuelve a sus lugares comunes, el amor como motor de la vida, los muertos amados que siempre nos acompañan y velan por nosotros, las relaciones libres...
El amante japonés es un poco de todo eso con un mucho de exquisitez. La historia de la vida de Alma, desde que nace en la vieja Europa, en una familia judía que, con el fin de ponerla a salvo la manda a Estados Unidos con unos familiares, hasta que muere, "acompañada" de Ichimei, su amante japonés, al que conoce con 8 años y al que nunca dejará de amar.
El desarraigo de los padres a los que nunca vuelve a ver, la mano amiga y confidente del primo de la que nunca se desprenderá y el amor.
La historia hace un recorrido por los avatares de los japoneses al final de la segunda guerra mundial en EEUU, con sus campos de concentración y su privación de toda libertad.
En este relato, un poco igual que en "La isla bajo el mar" los prejuicios sociales y raciales no logran evitar un amor que se desarrolla a escondidas, por el miedo al qué dirán, pero es un amor tan cierto que ni la muerte lo destruye.
Un gran libro sin duda.

viernes, 28 de agosto de 2015

Grey

Ya lo dice el refrán, el hombre (la mujer) es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Pues sí, me pasaron el libro de Grey y, no voy a decir que me faltó tiempo para leerlo, pero sí os diré que lo puse el primero de mi lista. Después de un tiempo largo sin leer preferí algo con lo que no tuviera que pensar...
Me gustó, vaya, me gustó más que 50 sombras de Grey. Sí, sí, ya sé que es la misma historia, pero lo de no tener que leer los absurdos pensamientos de ella, ayuda.
Tuve que hacer un esfuerzo para pasar la página 30 (creo), estaba leyendo lo que él pensaba y de repente se le ocurre que el mejor lugar para una raíz de jengibre es... ¡el culo de ella!, sinceramente me costó sobreponerme a tal pensamiento.
Pero vamos a lo que vamos. Es un libro tonto, morboso, simple y sobre todo conocido si has leído los tres anteriores. Lo único que te aporta es la certeza absoluta (si es que después de leer los otros no la tienes ya) de que el señor Grey es un enfermo mental. Él lo sabe, e intenta a duras penas sobreponerse a sus fobias, pero no del todo, en su mundo de sumisión y dominación se siente cómodo.
En fin, no me extiendo más porque no hay por dónde, que lo he leído, que si lo que buscáis es leer sin pensar, os puede valer y que, fijo, si vuelve a haber una secuela, caeré de nuevo.
No tengo remedio.

martes, 25 de agosto de 2015

16 de Agosto, camino por la playa

Año 2015, pero podría ser casi cualquiera desde 1979.
Bajo a mitad de playa, a mitad entre la avenida de Jaume I y el puesto de la Cruz Roja. Hace años se daba la vuelta justo en el puente que hay detrás del puesto de la Cruz Roja. Hace muchos años.
Y camino por la orilla, hacia la cala.
No sé como se llama ahora ese hotel a pie de playa, siempre fue Las Garzas y era de Rumasa..., no hay tanta gente, ya es tarde, pasan de las siete y es la hora más tranquila aún con sol.
Camino sola, me encanta caminar sola por la playa, me da tiempo a pensar y recrearme en la cantidad de años que he caminado por el mismo trozo de playa.
Antes la arena era distinta. De la arena dorada y fina original sólo queda un tramo muy al final de la cala. Recuerdo la Semana Santa en que yo tenía 15 años, con grandes motores se dedicaron a sacar arena de mar adentro para "arreglar" la playa que el mar se había ido comiendo.
Si miro al mar veo niños y mayores, con colchonetas y sin ellas, riendo y disfrutando. Este es un sitio muy democrático, todos son iguales revolcados por las olas.
Si miro a la izquierda veo que paso por los apartamentos Brasilia. Madre mía la de años que tienen esos edificios bajos justo a pie de playa, por dentro son oscuros y no tienen ascensor, en realidad a mí me encantaría alojarme en ellos, creo que el viento debe llevar la arena de la playa hasta las terrazas.
Y sigo caminando.
Un poco más allá está el hotel Delfín. Siempre ha sido un hotel de "caché", pero se le ve viejo, nada que ver con los modernísimos resorts que están construyendo tierra adentro, en la montaña. Me gusta el hotel Delfín. Hace 22 años mi amiga María y su familia se alojaba en él, recuerdo pasear por la playa con ella.
Llego hasta la cala, a la cala de siempre, no esa otra al dar la vuelta al saliente que han atiborrado de edificios imposibles.
Benidorm no admite términos medios, o lo amas o lo odias, yo lo amo, mi contrario lo odia. No me gusta en lo que lo han convertido en los últimos 20 años. No se ha respetado nada, ni los frondosos pinares, ni las bajadas naturales de agua. Pero es un sitio donde cada cual encuentra lo que quiere, fiesta o calma, comida rápida o cazuela marinera a fuego lento.
Llego al final y doy la vuelta, sonrío como una boba, el sol ya me da en la espalda, pero no pica, camino pensando que, un año más, he tenido oportunidad de caminar por esta playa que tanto me gusta, que he podido disfrutar de mis padres que están envejeciendo más deprisa de lo que a mí me gustaría y que mis hijos han disfrutado del sol, del mar y de los cuidados de su familia.
Seguro que Benidorm no es el sitio más bonito del mundo, pero si alguna vez me pierdo, quizás sea posible encontrarme aquí, caminando hacia la cala por la Playa de Poniente.

viernes, 7 de agosto de 2015

Zapatero a tus zapatos

Con la cantidad de vueltas que le doy a la cabeza para casi todo y hay momentos en los que "aquí te pillo, aquí te mato".
La cagué...
Mi Hada odia la peluquería, como yo, es un rollo, pedir hora, esperar, el pelo pa un lao, el pelo pal otro, ahora te estiro con el cepillo, ahora te quemo con el secador. Vamos, que no es lo nuestro.
Desde pequeña he sido yo la que le he cortado el pelo, total, en un pelo largo y fosco, cortar las puntas no tiene mucho peligro, si haces un trasquilón, siempre se puede arreglar. ¡Ja, eso creía yo, hasta ayer!.
La verdad es que hacía casi un año que no le saneaba las puntas. Está en esa edad en la que el pelo le gusta cuanto más largo mejor, le llegaba casi a media espalda y a mi no me gusta tan largo. Cuando volvimos de la piscina y se lavó el pelo le dije que le cortaba un poco.
Estaba en el cuarto de baño peinándola y haciendo la raya en medio cuando vino su padre, nos pusimos a hablar y yo, tijera en mano, ¡zas!, corté.
No sé en qué estaba pensando, pero cuando lo vi y la vi a ella empezar a llorar me quería morir, no le había cortado un par de dedos, ni dos pares de dedos, ¡ni tres pares de dedos!, es que lo había cortado casi a la altura de la oreja...
Ya no había solución, no podía dejarlo así, tuve que igualarlo. Madre mía, que manera de llorar la pobre por su pelo, hasta yo lloraba, de la rabia de ser tan torpe.
La verdad es que está preciosa, mucho más estilosa, con aire de mayor, pero efectivamente está muy corto, tanto que le da, justo justo, para cogerse una coleta pequeña, eso es lo malo, que ahora en verano lo de poder retirarse el pelo de la cara es importante.
De la llantina que le dio he tenido que dormir con ella.
Lección aprendida, a partir de ahora, quiera o no quiera, le guste o no le guste, a la peluquería a cortar el pelo.
Como hoy seguía con el enfado me he sometido a su chantaje, me he ido con ella de compras y me ha sacado una funda nueva para la tableta y otro bikini más.
Lo dicho, zapatero a tus zapatos.

lunes, 3 de agosto de 2015

A vueltas con el trabajo, elucubraciones y dolor de cabeza

No sé si se juntan mis problemas laborales con la crisis de la mediana edad esa de la que tanto se habla, sólo se que me encuentro fatal.
Fatal de ánimo, fatal de fuerzas, fatal de ilusiones, fatal incluso físicamente, vamos, fatal.
Tengo la sensación de ser una mera espectadora de mi vida, no la protagonista. Me llevan, me traen, me sacuden una y otra vez y yo sólo puedo intentar levantarme como un "tentetieso". Estoy cansada.
Tengo la seguridad (que no la convicción) de que siempre he hecho lo que "tocaba" hacer, lo que se esperaba de mí. Estudié cuando había que estudiar, empecé a trabajar incluso antes de licenciarme, era becaria y todos sabemos lo que es eso.
En mi primer empleo cobraba limpias 50.000 pesetas (300 Euros de ahora) por jornadas de 9 a 12 de la noche, pero es que era "lo que había que hacer", aprovechar y aprender mucho para luego poder quedarme en aquella empresa auditora de primerísima línea.
Y me quedé, con un horario parecido y un sueldo que rondaba las 100.000 pesetas (600 Euros), la verdad es que en dos años y medio que estuve allí ese sueldo se multiplicó por más de dos.
No debía hacerlo tan mal cuando uno de los socios se fue a una entidad financiera y nos reclutó a tres para irnos con él.
Empezó en 1997 mi mejor etapa profesional, que prefiero no recordar porque me hundo. ¿Y todo eso para qué?, para nada.
Como quiera que sea he llegado a navegar en mitad de la mierda, y perdonadme la expresión. Lo malo que tiene guardarlo todo, como hago yo, es que te topas de bruces con lo que no quieres. Ayer encontré la carta de pago del "bonus" de 2005 y es un 85% superior a lo que me han pagado en 2015.
No sé qué he hecho mal, profesionalmente hablando me refiero, personalmente lo tengo claro, he tenido tres hijos, tres excedencias y una baja laboral de año y medio.
Justo antes de Semana Santa me dijeron que entraba en "comisión de seguimiento", parece que mi nivel de ventas no era el esperado, la semana pasada me comunican que ya no estoy siendo seguida porque mi evolución es muy positiva y el resumen es que ni sé por qué cojones me metieron en seguimiento, ni sé por qué coño me sacan, mi "productividad" de los últimos tres meses es una mierda.
Eso es lo que os trato de explicar, haga lo que haga, mi vida tiene "vida propia", la que marcan los otros y no yo.
Me planto, me cabreo, lloro, me encabrono, me hundo y como un "tentetieso" me vuelvo a levantar. Quiero buscar soluciones, ya estoy cansada de poner la otra mejilla, las costillas y hasta el culo, si me perdonáis los malos modos.
Estoy pensando en plantarme, acogerme a alguna medida voluntaria de baja pactada que me ofrecen y montar algo por mi cuenta, pero aún hoy, cansada y hundida como estoy, el miedo es más fuerte que yo.
Largarme significa renunciar a un sueldo, que si bien lleva congelado 10 años, supera en un porcentaje interesante el sueldo del español medio, siempre además pensando que trabajo de 8 a 2:30.
Montar algo por mi cuenta significa renunciar a cotizar por la base máxima, a tener una responsabilidad limitada en horas y a saber que a fin de mes me llega un sueldo.
¿Y todo a cambio de qué?, de nada seguro, del sentimiento de que soy una carga para mi familia, de que soy una "señoritinga" que huye del trabajo.
También pienso que irme me supondrá ver a mis hijos por la mañana, poder llevarles al colegio, aunque luego me pase la tarde pringada currando desde casa. Me supondrá ser un poco dueña de mi vida, que aunque suene triste, nunca lo he sido, pero seré una carga para mi casa y yo nunca he sabido ser una carga. Ya en el colegio me dedicaba a dar clases particulares para costearme mis caprichos, sólo que mantener una casa y unos hijos, no es un capricho, es una necesidad.
Pienso y reflexiono sobre el tipo de trabajo que podría desarrollar y lo tengo bastante claro, no creáis, pero claro todo está muy difícil, no es un secreto para nadie.
Estoy cansada de llorar, de no dormir, de saberme un pelele profesional, pero no encuentro el empujón para hacer el corte de mangas definitivo. Me puede la seguridad.
En mi casa siempre se ha primado la responsabilidad ("uno no hace lo que quiere, sino lo que debe", esa frase la tengo grabada a fuego en el cerebro).
Mis amigos me animan a que me lance, sé que lo hacen con buena intención pero claro, les devuelvo la patata caliente, es fácil, les preguntas, "¿tú en mi situación lo harías?" y entonces ya no se ve tan claro, de verdad les agradezco su apoyo, pero la cosa no es fácil.
¿Y qué es fácil hoy en día?, me pregunta mi contrario, pues fácil no es nada, pero una cosa es que la cosas sea difícil y otra es que además yo me empeñe en complicarlo más.
Mi contrario me apoya, eso es un alivio, pero claro no es fácil soportar a alguien que ahora no duerme por culpa del trabajo y después no dormirá por la falta del mismo, o por un trabajo que está en la pista de despegue, eso siendo optimista y pensando que antes o después despegará.
Estoy tan hecha un lío que ni ganas de irme de vacaciones tengo.
Odio darle tantas vueltas a la cabeza a todo, ¡lo que daría yo por ser una rubia (o morena) boba!