Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Mis veranos de niña: hasta los 9 años

Soy una copiona, así que allí voy, a plagiar a Sonia y sus "Cosetes Petites" la entrada de #cuandoyoerapequeña.
Tengo que decir que en mis veranos ha habido diferentes etapas que sólo tienen un único punto en común, todos y cada uno de esos veranos de mi vida he ido a la playa.
Siendo muy pequeña solíamos pasar quince días en Santa Pola, un amigo de mi padre nos dejaba una casa, no recuerdo mucho de ella, porque en esa playa disfruté hasta los 7 años. Era una casa baja a la que se accedía por un gran jardín, bueno, al menos a mí entonces me parecía grande. En ese jardín
había una gran palmeta ¡con dátiles!.
Recuerdo la playa (Playa Lisa) recuerdo caminar con un cubo en la mano adentro, adentro recogiendo chirlas, no os aseguro que luego no las soltáramos, no me acuerdo y también sé que cazábamos grillos con ayuda de una botella de plástico rellena de lechuga.
Hacia los 7 años mi tita compró un apartamento en la playa de poniente en Benidorm, y cambiamos de playa, ¡eso era vida!, castillos en la arena, helado de postre, paseos vespertinos.
Y después, al pueblo, una semanita con los abuelos que me sabía a gloria. Mientras mi padre trabajaba y hasta irnos a la playa mis días transcurrían felices, bajaba al patio de mi casa, que no era particular ni mucho menos, era parecido a los de alrededor, allí jugábamos con las bicis o las
pelotas, eso por la mañana, porque por la tarde la cosa cambiaba. Los poníamos los pantalones más cortos y la camiseta más fresca y nos dedicábamos a chinchar al portero, Adolfo, que con una manguera larguísima regaba el jardín.
Cantábamos aquello de "la manga riega, que aquí no llega..." y él nos enchufaba a todos hasta que terminábamos empapados y tan fresquitos, no, yo no tenía la suerte de disfrutar de piscina en mi casa, pero a manguerazos o jugando con globos de agua lo pasábamos estupendamente.
¿Y esos cumpleaños?, íbamos a los merenderos de la Dehesa de la Villa, con la piñata y los sándwiches.
Eso era felicidad, sin duda...

1 comentario:

Irene, Umpa Lumpa & cía dijo...

Muy bonitos recuerdos!!!

Yo también tengo recuerdos guays de cuando era pequeña.
Pero siempre íbamos al norte.
De por sí, éramos privilegiados, porque la mayoría de los niños de mi colegio, donde iban, como mucho era al "pueblo" (que también era divertido... jaaj)