Hola

Quiero daros la bienvenida a todos los que estáis aterrizando en el Reino de la Mermelada por primera vez. Esta es una ventana abierta a través de la que podéis asomaros a lo que es mi día a día. Si llegáis aquí buscando respuestas o información sobre la leucemia infantil, que sepáis que las respuestas están en vosotros mismos, yo sólo puedo compartir las mías. Agarraos fuerte que vienen curvas.

miércoles, 30 de abril de 2008

¡Tres años!


Madre mía Pepón si parece que fue ayer y hoy ya cumples tres años...
Qué rápido pasa el tiempo, o más bien nos pasamos nosotros, como decía el abuelo viejito por el que tanto preguntas.
Recuerdo bien el día que decidiste abandonar mi barriga, me lo hiciste saber con fuertes contracciones durante toooodo el día y aunque según el médico te faltaban 15 días yo sabía que no, que tú habías decidido salir y como buen Tauro cabezota, lo que te propones, lo cumples.
Y llegaste al mundo de madrugada, a las 2 de la mañana, en un quirófano, y allí estaba mamá para recibirte, aunque luego fue papá el que te disfrutó a solas durante casi 45 minutos que tardaron en arreglarme el agujero de la barriga.
Te recuerdo tranquilo, panchón, siempre dormidito con cara apacible, y tan gordito.
Te has tomado tu tiempo para todo, aprendiste a andar casi a las 18 meses, no has dicho ni media palabra hasta hace 8 meses y qué te voy a contar de lo de masticar, si apenas llevas 5 meses en ello...
Pero en lo que siempre fuiste alumno aventajado fue en dar cariño, besos, abrazos, eres un zalamero, un seductor y últimamente un poco borricote.
En fin Peponcho, que mami te desea un feliz cumpleaños, que te quiero todo enterito y que eres el Robert Redford de mi vida.
Como tu pasión son los coches, he pensado que esta tarta de cumpleaños te gustará, es de chocolate...
Te quiero

Mami

lunes, 28 de abril de 2008

Inés


Inés, no tosas cariño, ya se que es difícil, pero inténtalo.
Inés, haz caso de lo que mamá te dice, no seas desobediente.
Inés, no andes descalza, que luego te pondrás mala de la garganta y volveremos con las toses.
¡Inés, no pegues a Pepón!, los hermanos no se pegan, ya se que es un chinche y no te deja en paz pero para eso tu eres la mayor, y le tienes que enseñar a portarse bien.
Inés, no contestes a mamá, que lo que te dice lo hace por tu bien.
Inés, no se juega con la comida, lo que hay en el plato hay que comerlo, el puré también.
Inés... sigue siendo tú misma, te quiero tanto.

Besos

Mamá

viernes, 25 de abril de 2008

Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?

Esa pregunta lleva ocupando mis pensamientos la mayor parte del tiempo desde que tengo uso de razón. La verdad es que con la edad que tengo, ya soy "mayor" y debería plantearme nuevos retos, pero no puedo. Quizás es porque siento que gran parte de las metas (no las más importantes) que me había planteado, siguen pendientes de materializarse.
De pequeña tenía claras dos cosas, a los 18 años me independizaría y me haría azafata de vuelo. Todo aquello quedó en que salí de casa de papá y mamá a los 27 para casarme y que tengo un pánico a volar que para qué...
Pero hay otras cosas que creo que voy cumpliendo. No recuerdo soñar con un principe azul, más bien quería alguien normalito, que me quisiera y a quien querer. Me costó encontrarlo, pero llegó y con él el punto y seguido de una vida en común y unos hijos preciosos que crecen demasiado deprisa.
Respecto a mi vida profesional, dista mucho, muchísimo de lo que yo buscaba. Mis sueños de ser periodista quedaron muy atrás y aunque de manera recurrente viene a mi mente la idea de matricularme de nuevo en la universidad, sé que será ese sueño incumplido me que acompañará hasta el final de mis días.
En fin, tenía muchas cosas para contar en esta entrada, pero no se bien cómo darles forma, no tengo la facilidad de palabra que solía tener, he perdido la rapidez y la frescura de cuando tenía 20 años y he ganado en aplomo, tolerancia y ocupaciones.
Así poco a poco voy caminando por la senda que me ha tocado, en parte elegida por mí, y en parte fruto de las circunstancias.

viernes, 18 de abril de 2008

Yo no soy Heidi Klum


Pues vaya tontería, eso es más que evidente, no soy despampanante como ella ni mi marido es un morenazo de 2X2 como el suyo.
Pero las diferencias van más allá de esos meros "formalismos". Estaba yo hoy leyendo el ELLE del mes de abril, justo el día antes de que salga el nuevo, por aquello de no irlos almacenando sin ojear, pero, a lo que vamos..., decían Heidi y su marido que ellos tenían claro que antes que los papás de tres niños preciosos eran marido y mujer, pareja, y que eso era lo más importante. Justo ahí me he dado cuenta de que yo no soy Heidi Klum.
Amo a mi marido, con toda mi alma, mi cabeza y mi corazón, pero hoy por hoy, mis hijos están en otra dimensión, digamos, más "necesaria". Mi marido y yo somos personas formadas en el cariño de una familia que nos ofreció apoyo, consejo, amor, comprensión y dedicación. Mis hijos necesitan hoy por hoy eso que nosotros tuvimos, y en muchas ocasiones eso significa anteponer su cuidado y educación a otros asuntos más "de pareja".
No se, yo lo veo así. La vida es una sucesión de etapas, en las que las prioridades cambian, para que poco a poco cada cosa vaya encontrando su propio lugar.
Cariño, nos debemos unas cuantas cenas, más de una escapada romántica y algún que otro mimo. Como buenos contables que somos llevamos todo apuntado en el "libro mayor" y ya sabes, en este hay un "debe", un "haber" y al final siempre queda lo que "debe haber", nuestra familia.

domingo, 13 de abril de 2008

El fondo y la forma

Soy una maleducada, lo digo, alto y claro, sin adornos, MALEDUCADA.
¿A que se entiende mucho mejor así que si digo que "tengo una educación de dudoso gusto que me haría no quedar bien en determinadas circunstancias de la vida diaria"?. Pues en eso consiste mi mala educación, en decir las cosas con claridad y sin florituras. Eso no quiere decir que al primer feo que vea por la calle me le encare y le llame feo a la cara, pero no hago más que dar vueltas..., tengo que explicarme.
Otra vez he vuelto a discutir con mi contrario, nada nuevo, es uno de los deportes que más practico, el asunto es que se enfada porque dice que siempre soy una quisquillosa y tiquismiquis con todo y que a cada paso le voy reprendiendo. Quizás es así, yo no lo hago con mala intención pero lo cierto es que me gustaría no hacerlo.
Si le tengo que decir a cada momento lo que me gustaría que hiciera, la primera vez se lo digo más "adornado", la segunda un poco menos y a la tercera se lo digo y punto, y ahí empieza el problema, porque "las cosas pueden decirse de muchas maneras".
Yo soy refranera y lo cierto es que hechos son amores y no buenas razones. Yo prefiero que piense en lo que me gustaría que hiciera, que que me diga siete veces que me quiere mucho, el amor empieza por no crispar los nervios del otro..., que tengo poco aguante, quizás, es cuestión de opiniones, yo creo que no.
Vale, vale, vale, dejo de gruñir, seguiré esforzándome en intentar hacer la vida de todos más agradable, a la espera de que alguien se acuerde de hacer lo mismo conmigo.

viernes, 11 de abril de 2008

El certificado de desatranco...

duerme a mi lado y se llama Juan sin miedo.
Ese es mi tercer bebé, al que estoy retirando la lactancia materna muy poquito a poco y muy a mi pesar. Juan sin miedo nació hace cinco meses y medio, el mismo día que Inés (pobre, le robó bastante protagonismo, al menos esta primera vez), pero con cuatro años de diferencia.
Juan sin miedo es la certificación de que los tratamientos de fertilidad desatrancaron algún "desagüe" que no funcionaba bien por mis adentros.
Después de la cesarea de Pepón había que esperar un poco si quería intentar un parto normal, y esperé justo dos años y medio.
El embarazo me sorprendió tanto como el de Pepón, la verdad es que después de todo lo que pasamos con Inés no daba crédito al positivo del Predictor, pero ahí estaba. El embarazo fue duro y molesto, el trote de atender a mis otro duendes se hacía notar y de que manera, aún así llegué a la semana 40 e incluso la pasé y ahí empezó la pelea con el médico, que de nuevo ganó él, por sacarlo, y me volvieron a abrir la barriga...

No se cómo será Juan, de momento es mimoso y poco dormilón pero tan suave...
Me gustaría tener más hijos, creo que con ellos he descubierto mi razón de ser en esta vida, pero hoy por hoy lo veo difícil.
En fin, que ya he presentado a mis duendes, poco a poco os iré contando sus progresos

miércoles, 9 de abril de 2008

La mejor sorpresa de mi vida

Ese es mi amor rubio, Pepón.
Después de tanto buscar, desear y sufrir hasta que Inés nació, teníamos claro que en cuanto en médico nos diera el ok volveriamos a la carga. Luego de la lactancia de Inés no tuve la regla hasta 7 meses después de su nacimiento, Mayo.
De cara al verano no parecía buena idea empezar un tratamiento, así que el médico nos citó para septiembre, pero no hizo falta.
En el mes de agosto, el día que me tocaba la regla yo tenía calor en los pies. Vale, para el resto del mundo puede parecer una estupidez, pero las únicas veces en mi vida que he tenido sensación de calor en los pies ha sido estando embarazada. No me hice el test de embarazo hasta 15 días después, y a partir de ahí empecé a creer en los milagros.

El embarazo fue más tranquilo que el de Inés, con menos miedos, aunque con más molestias. El muy pachón se sentó sobre mi ingle derecha desde el principio y ahí se quedó, hasta que decidió salir y los médicos lo sacaron, no sin antes discutir hasta la saciedad conmigo sobre la necesidad (que yo no veía, ni aún hoy veo) de hacer una cesarea.

Pero como tener hijos es, tristemente, cosa de médicos, me rajaron la panza y lo sacaron a rosca. ¡Y a mí me pareció tan bonito!.

Pepón es cariñoso, zalamero y bastante menos decidido que Inés, es el rubio de mi vida, mi Robert Redford particular. Se deja querer, le gustan los mimos y dormir "contigo, contigo", como él dice.
Pues ese es mi segundo duende, con el tercero empecé la casa por el tejado, en el próximo comentario hableré de Juan sin miedo, mi bebé.

lunes, 7 de abril de 2008

Mi bruja de mermelada

Mi bruja de mermelada nació hace cuatro años y medio, chin pon. Dicho así parece hasta fácil, pero no lo fue. Se hizo de rogar, más de dos años. Durante todo ese tiempo no dejaba de preguntarme cada mes ¿será este?, y la respuesta era invariablemente la misma, este tampoco.
Madre mía la de test de ovulación, la de temperaturas basales que tomé, para nada. Y eso que a todo el mundo le sucede porque sí, a mí no me pasaba.
Al principio dices, vale, quizás a mí me cueste un poco más, pero luego empiezan las preguntas de los demás, "¿qué pasa, vosotros para cuando...?", y el corazón se te va encogiendo poquito a poco, hasta caber en un puño que se abre y cierra de rabia con cada nueva regla.
Durante esos dos años vi nacer a hijos de amigas, me enteré de embarazos no deseados de otras y también y gracias a mi otro universo que son los "tableros", encontré una nueva familia de gente como yo: "las que no podemos tener hijos".
Mi primer pinchazo en la barriga fue el 23 de Septiembre de 2002 (odio esta cabeza mía que se empeña en recordar fechas). Desde ese día fue un no parar, miedos, inseguridades y cada vez que se acercaba esos días..., no respiraba por miedo a estropear algo. A ese primer tratamiento le siguió otro, y otro y otro más y... en ese siguiente otro mi bruja de mermelada se quedó conmigo.
Digo que es de mermelada, porque desir que es de "bote" queda menos poetico, pero es así, es de bote, por eso es dulce y rosa como la mermelada de fresa.
Madre mía que nueve meses de pánico y cuando por fin salió (esta sí que salió solita, que para eso es una chica espabilada que sabe por donde salen los niños), no puedo recordar ni un solo sentimiento nítido, era tal acumulación de ellos que me impedían pensar con claridad.
El que más recuerdo era el de tristeza, pensando que quizás no hubiera más niños y luego el de miedo, por no hacerlo bien.
Han pasado cuatro años y medio y otros dos bebés más y la sensación de que siempre se puede hacer mejor no se me va de la cabeza. Inés es una niña feliz, alta, preciosa, que huele a galletas calientes y bastante contestataria, pero es así, es lo que más quiero de este mundo, por lo que más peleé y por lo que me esfuerzo cada día en ser un poquito mejor persona, ella será la que juzgue algún día si lo hice bien o mal, yo me limito a intentarlo...

viernes, 4 de abril de 2008

Mi corazón se rompe

Y lloro, ya se que no aprenderé nada de estas lágrimas y que me prometí a mís misma que no lloraría, pero no puedo.
A partir de mañana intentaré retirarle la lactancia materna a mi bebé. Vale, que ya tiene 5 meses, vale que seguro que necesita algo más que mi leche pero..., es como si me arrancase yo misma un pedacito del corazón.
Por aquello de probar hoy he empezado a darle biberón con mi leche en una toma, sólo un poquito, por darle a conocer lo que son las tetinas. Pobrecito lo que ha llorado, y me miraba con ojos de decir ¿qué es esto tan feo que me das?..., pero al final se lo ha tomado, y luego le he puesto al pecho de nuevo. Tan agotado estaba de llorar que se ha dormido. Y yo me siento una ladrona, le estoy quitando la felicidad, el calorcito, el olor de mamá, la mayor sensación de seguridad que un ser humano puede tener del amor de su madre.
Vale, a lo mejor exagero, pero así lo siento yo. No quiero que crezca, quiero que sea siempre un bebé lactante a mi pecho.
Como siempre he empezado la casa por el tejado, hablándo del último de mis niños y dejando a mis dos amores de lado, las próximas entradas se las dedicaré a ellos.

jueves, 3 de abril de 2008

¿Qué te enseñan las lágrimas?

En estos últimos días me he hecho muchas veces esta pregunta.
Puedo recordar mil veces en las que he llorado, alguna de ellas de alegría y sin embargo, no puedo recordar ni una sola enseñanza que me quede de esas lágrimas.
Riendo aprendí a andar, los llantos de las caídas no los recuerdo, riendo aprendí que con las lágrimas por añorar un hijo no veía los números del Puregón Pen.
Riendo enseño a reir a mis hijos, riendo escondo las lágrimas cuando les hablo de los que quiero y que ya no están.
Recuerdo a mis padres riendo cuando me quitaron las rueditas de seguridad de mi bici, a mi madre cuando me gradué y a mi padre cuando le dije que elegía aquella carrera espantosa que nunca me interesó...
Recuerdo lágrimas de felicidad, sobre todo las que brotaban de mis ojos la primera vez que vi a mis hijos, pero no recuerdo que me enseñasen nada...
Nunca ví a mis abuelos llorar, y muchas veces tuvieron motivos de sobra, su risa me enseñó que hay que ser positiva, aunque cueste (¡y de qué manera!).
Quiero reir, siempre, y pondré todo mi empeño en que así sea, aunque no siempre lo consiga sabré reconocer los positivo de la risa.